lunes, 13 de septiembre de 2010

Superdotados y dispersos

Autora: Lesley K Sword,
Directora, Gifted & Creative Services Australia Pty Ltd
© 2000

Recientemente me visitó un amigo que trabajo con niños superdotados. Comenzó a platicarme sobre los niños con los que trabaja pero pronto la conversación se centró en él mismo. Su jefa se ha estado quejando sobre “su falta de organización”. Ella es muy ordenada, planea su día al detalle y tiene un lugar para cada cosa. Ella comenta que él es disperso y usualmente parece estar “perdido”. Esto último comentario toco una fibra sensible en mí y me provocó compartir algunas observaciones desde mi propia experiencia y de mi trabajo con adolescentes y adultos superdotados.
Siempre he sido “dispersa”. Estoy cerca de cumplir 50 años y mi mamá aún cuenta historias sobre como siempre perdía mi abrigo cuando era pequeña: ella se la pasaba buscándolo o reemplazándolo. Mi marido se queja de que “para ser alguien tan inteligente, ¿cómo es que te tengo que repetir las cosas tantas veces?” Hace poco en una clase me encontraba concentrada escuchando a la maestra explicar una actividad al grupo, sin embargo al terminar tuve que reunirme con el grupo para preguntarles “¿Qué fue lo que nos pidió que hiciéramos?”
Si eres papa o maestro de un niño superdotado, ¿te suena esto familiar? ¿Te encuentras frustrado más allá de lo posible por un niño extremadamente inteligente que tiene dificultad para realizar las cosas más prácticas de la vida y que siempre parece estar en alguna otra parte? ¿Alguna vez te has preguntado que es lo que les pasa a estos niños?
Pareciera que ser disperso se encuentra asociado con la inteligencia extremadamente alta y una personalidad del tipo introvertido. La naturaleza de la introversión es que las personas con este tipo de personalidad procesan el mundo y lo que sucede en el a través de ellos mismos y su propia experiencia. Esto es como tener una estructura mental o marco tridimensional de quién soy y mi propia experiencia de vida en mi cabeza. Cada cosa que experimento del mundo exterior lo tomo y comparo y contrasto con lo que ya conozco y lo que he experimentado. Si tiene un lugar lógico y comprensible en mi marco ahí lo acomodo. Si no, juego con el intelectualmente y con mi marco; ajustando o alterando tanto la experiencia como el marco para hacer de la experiencia algo comprensible para mi y que preserve la integridad de mi estructura mental. Este proceso de operación exige que me retraiga del mundo en mi misma por cuánto tiempo tome el proceso. Mientras el proceso ocurre simplemente no estoy tomando más información del mundo exterior por lo que aparento estar dispersa y sin atención por un periodo de tiempo.
Para las personas que tienen un modo introvertido de operar, el mundo dentro de sus cabezas es usualmente más interesante que el mundo fuera de ellas. Esto es particularmente cierto si tienen un alto grado de inteligencia.
Una vez que se me ocurre una idea o se me presenta un problema, juego con el en mi cabeza, haciendo conexiones, tratando de entenderlo. Usualmente este proceso ocurre inconscientemente y no me percato de llo. No es sino hasta que aparece la respuesta que me doy cuenta que parte de mi ha estado dentro trabajando en ella. Por supuesto, si lo que se me está presentando en el exterior no es intelectualmente estimulando y por tanto aburrido, me retraigo, nuevamente inconscientemente, en mi cabeza y me proveo con mi propio reto intelectual.
También me inclino a concentrarme o esforzarme solamente en aquellas cosas que decido que son importantes. Y siempre lo que está dentro de mi cabeza es importante para mí!
Por supuesto este comportamiento es frustrante para las personas que tienen que interactuar conmigo.
Así es que como padre o como maestro ¿qué se puede hacer al respecto?
Lo primero es entender que esta forma de ser no se quita. He sido dispersa toda mi vida y sigo siéndolo hoy en día. Sin embargo esto no me ha limitado de trabajar productivamente por más de 30 años y completar muchos cursos formales de estudio. No tiene sentido que nos digan que debemos madurar, que debemos mejorar o que debemos ejercitar nuestro autocontrol. Si pudiéramos lo haríamos.
Mejor enséñanos herramientas de organización desde temprana edad. Después de todo tenemos la capacidad intelectual para manejarlas. Un ejemplo de ello es que me he entrenado a poner siempre las llaves del carro en el mismo lugar en mi bolsa y la bolsa en el mismo lugar en casa para evitar volver locos a todos en la casa buscando las llaves. De igual forma me preparo en la noche para las actividades del día siguiente asegurándome de tener todo lo que necesitaré en el día para evitar olvidos. Estos comportamientos ahora son habituales y los hago sin siquiera pensar en ellos.
Cuando quieran tener nuestra atención, tóquenos en el hombro y asegúrense de que hacemos contacto visual con ustedes antes de empezarnos a hablar. De esta forma realmente escucharemos lo que tienen que decir. Y si es importante que hagamos algo díganoslo. Usualmente somos considerados con otros y queremos agradar a los demás.
Pero sobre todo, entiendan que nuestra dispersión es usualmente un proceso inconsciente y que no buscamos de ninguna forma hacerlo para volverte loco. Al mismo tiempo no trates de “rescatarnos” de ello. Si olvidamos recoger nuestras cosas, no lo hagas por nosotros. Si vamos a clases sin algo, déjanos experimentar las consecuencias de nuestras acciones. Somos personas muy inteligentes y no nos toma mucho tiempo aprender que podemos ser responsables de nosotros mismos.
Copyright 2000, Lesley Sword.
Atribuyendo debidamente la propiedad de este artículo, puede ser reproducido y diseminado libremente.
Lesley Sword Gifted & Creative Services Australia
www.giftedservices.com.au 20 Kestrel Court Vic 3201 Australia
Traducido por: Eva Palacios