martes, 18 de mayo de 2010

El estrés y los niños pequeños (Stress and Young Children). ERIC Digest.

por Jewett, Jan - Peterson, Karen

Históricamente, el estrés se ha definido en relación con su origen (por ej., interno y externo) (Marion, 2003). Orígenes internos de estrés abarcan el hambre; el dolor; la sensibilidad a ruidos, cambios de temperatura y congestión de personas (densidad social); el cansancio y el exceso o la falta de estimulación del ambiente físico inmediato de uno. Factores estresantes externos abarcan la separación de la familia, un cambio en la composición familiar, la exposición a disputas y conflictos interpersonales y a la violencia, el sentir la agresión de otros (la intimidación), la perdida de propiedad personal importante o de una mascota, la exposición a expectativas excesivas respecto al logro, el "andar de prisa" y la desorganización de los eventos de la vida cotidiana de uno (Bullock, 2002). Aunque la literatura de investigación suele enfocarse en el impacto de factores estresantes de una sola variable en el desarrollo de niños, en situaciones de la vida real, ellos experimentan el estrés de orígenes múltiples. Los investigadores notan que factores estresantes múltiples interactúan entre si y pueden tener efectos cumulativos (Stansbury y Harris, 2000). Este Digest discute como experimentan y se adaptan al estrés los niños, y ofrece sugerencias a maestros y padres sobre cómo prevenir y reducir el estrés infantil.

HASTA QUE GRADO SON VULNERABLES LOS NIÑOS PEQUENOS AL ESTRÉS?

El estrés se experimenta de muchas formas y varia según el niño individual, su nivel de desarrollo y su experiencia previa en la vida. La adaptación o el manejo del estrés parece depender mucho de las capacidades de desarrollo de un niño y su inventario de habilidades para poder aguantar situaciones difíciles (de manejo). Los investigadores sugieren que los niños de menos de 6 años de edad han desarrollado menos capacidad de (1) pensar íntegramente en un evento; (2) elegir de un "menú" de posibles comportamientos en respuesta a cualquier evento nuevo, interesante o provocador de ansiedad; (3) comprender un evento sin relacionarlo con sus propios sentimientos y (4) modificar sus reacciones físicas en respuesta a cambios de estimulo (Allen y Marotz, 2003).

El estrés puede influir tanto positiva como negativamente. Cuanto mas pequeño el niño, mas impacto tienen los eventos nuevos, y mas poderoso y posiblemente negativo llega a ser el estrés. Cierta cantidad de estrés forma una parte normal de la vida cotidiana de un niño y puede tener influencias positivas. No obstante, el estrés excesivo puede tener efectos tanto inmediatos como de largo plazo en la adaptabilidad de los niños a situaciones nuevas, hasta a eventos que no parecen tener relación alguna con el evento estresante especifico.

La investigación indica que el impacto negativo del estrés es mas profundo en niños que tienen menos de 10 años de edad, tienen un temperamento genético "lento a calentarse" o "difícil," nacieron prematuramente, son varones, tienen una capacidad cognitiva limitada, o han sentido algún estrés prenatal (Monk et al., 2000). Niños que viven en la pobreza, o en comunidades violentas, o que son intimidados en ambientes escolares también están sujetos a mas estrés externo (McLoyd, 1998) que otros niños. Los que tienen menos resistencia a estímulos externos e internos sentirán una mayor variedad de eventos y condiciones como negativamente estresantes (Stansbury y Harris, 2000).

COMO EXPERIMENTAN EL ESTRÉS LOS NIÑOS?

Especialistas han identificado dos categorías de experiencias estresantes. El estrés agudo se define como un principio repentino e intenso (por ej., una enfermedad de corto plazo de un progenitor), y después un apaciguamiento, de estímulos estresantes. El estrés crónico (por ej., la perdida mediante la muerte o la separación prolongada de una persona importante en la vida del niño-abuelo, cuidadora, hermano), por otra parte, es progresivo y tiene los efectos mas significativos y perjudiciales en los niños, incluyendo cambios en la química y la función cerebrales, y un declive en la resistencia a enfermedades (Gunnar y Barr, 1998; Lombroso y Sapolsky, 1998).

Zegans (1982) presenta la teoría que se experimenta el estrés en cuatro etapas un tanto distintas: (1) alarma y reacción física; (2) evaluación, mientras un niño intenta extraer significado del evento; (3) la búsqueda de estrategias de adaptación o de aguante y finalmente (4) implementación de una o más estrategias. Esta etapa de implementación puede ser una acción no repetida o puede extenderse por horas o días. La evaluación de niños de eventos estresantes y sus elecciones de estrategias viables para aguantarlos difieren de las de adultos (por ej., dejar un juguete favorito en el centro de cuidado infantil por la noche puede tener un impacto negativo en niños que no pueden "hallar" un modo de "esperar" hasta que se los reúnan; esta reacción y el temor a su repetición pueden durar por varios días.) Además, peritos han observado que las respuestas físicas de niños al estrés también difieren de las de adultos ya que pueden ser mas intensas y abarcar todo el cuerpo (Zegans, 1982).

COMO SE MANIFIESTA EL ESTRÉS EN LOS NIÑOS?

El estrés se observa mas frecuentemente como una reacción física evidente: llorar, el sudor en las palmas de las manos, correr en dirección opuesta, arranques agresivos o defensivos, comportamientos de mecerse o consolarse a sí mismo, dolores de cabeza y de estomago, comportamientos nerviosos de motricidad fina (por ej., torcer o arrancar los cabellos, mascar y chupar, morder la piel y las unas), accidentes higiénicos (orinarse, etc.), y perturbaciones del sueño (Stansbury y Harris, 2000; Fallin, Wallinga y Coleman, 2001; Marion, 2003). Los peritos sugieren que niños pueden reaccionar de manera global mediante la depresión y la evitación; la timidez excesiva; híper-vigilancia; inquietudes excesivas; "parálisis" en situaciones sociales; el interés aparentemente obsesivo en objetos, rutinas y la comida y preocupación persistente sobre "lo que sigue"; y pegarse excesivamente a un adulto (Dacey y Fiore, 2000).

COMO SE ADAPTAN LOS NIÑOS AL ESTRÉS?

Los teóricos creen que estos comportamientos representan las luchas de niños por manejar y reaccionar a eventos estresantes. Creen que los niños generalmente se distancian en sentido emocional de situaciones estresantes por medio de comportarse de maneras destinadas a disminuir el estrés (por ej., llorar y enfadarse para mostrar sentimientos de abandono cuando los padres van al trabajo) o a cubrir o esconder sentimientos de vulnerabilidad (por ej., portándose mal o de manera agresiva o perturbadora cuando es hora de poner los juguetes en su lugar o dejar de jugar). Conforme crecen, para aguantar el estrés negativo, los niños utilizan cada vez mas sus estrategias cognitivas para resolver problemas, haciendo preguntas sobre eventos, circunstancias y expectativas de lo que pasara y la aclaración de lo que ha pasado (Kochenderfer-Ladd y Skinner, 2002).

La exposición prolongada al estrés y el uso continuo por un niño de estrategias de aguante pueden resultar en patrones de comportamiento que son difíciles de cambiar si el niño percibe la estrategia como efectiva (Kochenderfer- Ladd y Skinner, 2002; Stansbury y Harris, 2000).

COMO PUEDEN LOS ADULTOS RESPONDER AL ESTRÉS DE LOS NIÑOS?

La ayuda a los niños con su comprensión y uso de estrategias eficaces de adaptación y manejo debe basarse en el nivel de desarrollo del niño y su entendimiento de la naturaleza del evento provocador de estrés. Maestros y padres pueden impedir y reducir el estrés de los niños de muchas maneras:

* Ayude al niño a anticipar eventos estresantes, como el primer corte de pelo o el nacimiento de un hermanito.  Los adultos pueden preparar a los niños con aumentar  su entendimiento del evento venidero y reducir su  impacto estresante (Marion, 2003). La preparación  excesiva de los niños para eventos estresantes  venideros, no obstante, puede resultar aun mas estresante que el evento mismo (Donate-Bartfield y  Passman, 2000). Los adultos pueden evaluar el nivel optimo de preparación con animarle al niño o la niña a  hacer preguntas si quiere saber mas.

* Provea ambientes de apoyo donde los niños pueden  representar sus preocupaciones dramáticamente o usar  materiales artísticos para expresarlas (Gross y Clemens,  2002).

* Ayude a los niños a identificar una variedad de  estrategias de manejo (por ej., "pide ayuda si alguien se  burla de ti"; "dile que no te gusta"; "vete de allí"). Las  estrategias de manejo les ayudan a los niños a sentirse  mas eficaces en situaciones estresantes (Fallin,  Wallinga y Coleman, 2001).

* Ayude a los niños a reconocer, nombrar, aceptar y  comunicar sus sentimientos de manera apropiada.

* Ensene a los niños unas técnicas de relajación.  Considere sugerirle a un niño que haga tales cosas  como "respira profundamente tres veces"; "cuenta al  revés"; "contrae y suelta tus músculos"; "juega con la  pasta de moldear"; "baila"; "imagínate un lugar preferido  en que quieres estar y visita ese lugar en tu mente" (usar la imaginería creativa) (O'Neill, 1993).

* Practique habilidades positivas de hablar a uno mismo  (por ej., "Voy a intentarlo. Creo que puedo hacer esto.")  para ayudar en fomentar el manejo del estrés (O'Neill, 
1993).

Otras estrategias básicas son la implementación de estrategias positivas razonables de disciplina, el seguimiento de rutinas constantes, una cooperación mejorada y la provisión de tiempo para la revelación segura de los niños, tanto en privado como en grupos, de sus preocupaciones y tensiones.

CONCLUSION

Nuestro conocimiento creciente sobre la importancia y el impacto del estrés en los niños pequeños debería utilizarse bien para reducir los factores de estrés para niños pequeños y ayudarles a aumentar las estrategias de manejo y las respuestas sanas al estrés inevitable en sus vidas.

[Traducción: Berkeley Hinrichs]

PARA MAS INFORMACION

Allen, K. E., y Marotz, L. R. (2003). DEVELOPMENTAL PROFILES (4th ed.). Albany, NY: Delmar.

Bullock, J. (2002). Bullying. CHILDHOOD EDUCATION, 78(3), 130-133.

Dacey, J. S., y Fiore, L. B. (2000). YOUR ANXIOUS CHILD. San Francisco: Jossey-Bass.

Donate-Bartfield, E., y Passman, R. H. (2000). Establishing rapport with preschool-age children: Implications for practitioners. CHILDREN'S HEALTH CARE, 29(3), 179-188.

Elkind, D. (1988). THE HURRIED CHILD (Rev. ed.). Menlo Park, CA: Addison-Wesley.

Fallin, K., Wallinga, C. y Coleman, M. (2001). Helping children cope with stress in the classroom setting. CHILDHOOD EDUCATION, 78(1), 17-24. EJ 643 730.

Greenman, J. (2001). WHAT HAPPENED TO THE WORLD? St. Paul, MN: Redleaf Press.

Gross, T., y Clemens, S. G. (2002). Painting a tragedy: Young children process the events of September 11. YOUNG CHILDREN, 57(3), 44-51.

Gunnar, M R., y Barr, R. G. (1998). Stress, early brain development, and behavior. INFANTS AND YOUNG CHILDREN, 11(1), 1-14. EJ 570 187.

Kochenderfer-Ladd, B., y Skinner, K. (2002). Children's coping strategies: Moderators of the effects of peer victimization? DEVELOPMENTAL PSYCHOLOGY, 38(2), 267-278.

Lombroso, P. J., y Sapolsky, R. (1998). Development of the cerebral cortex: XII. Stress and brain development: I. JOURNAL OF THE AMERICAN ACADEMY OF CHILD AND ADOLESCENT PSYCHIATRY, 37(12), 1337-1339.

Marion, M. (2003). GUIDANCE OF YOUNG CHILDREN (6th ed.). Upper Saddle River, NJ: Prentice Hall.

McLoyd, V. C. (1998). Socioeconomic disadvantage and child development. AMERICAN PSYCHOLOGIST, 53(2), 185-204.

Monk, C. F., Fifer, W. P., Myers, M. M., Sloan, R. P., Trien, L. y Hurtado, A. (2000). Maternal stress responses and anxiety during pregnancy: Effects on fetal heart rate. DEVELOPMENTAL PSYCHOLOGY, 36(1), 67-77.

O'Neill, C. (1993). RELAX. Auburn, ME: Child's Play International.

Stansbury, K., y Harris, M. L. (2000). Individual differences in stress reactions during a peer entry episode: Effects of age, temperament, approach behavior, and self-perceived peer competence. JOURNAL OF EXPERIMENTAL CHILD PSYCHOLOGY, 76(1), 50-63. EJ 605 474.

Zegans, L. (1982). Stress and the development of somatic disorders. En L. Goldberger y S. Breznitz (Eds.), HANDBOOK OF STRESS: THEORETICAL AND CLINICAL ASPECTS (pp. 134-152). New York: Free Press.

No hay comentarios:

Publicar un comentario